Enfermedades en trigo. Alertan sobre recurrencia de Mancha amarilla: claves para su manejo

 

 

Desde la Red de Manejo de Plagas de Aapresid, se alertó sobre la Mancha amarilla en trigo, una enfermedad vuelve a generar preocupación en esta campaña.

La mancha amarilla es una de las enfermedades foliares más comunes de este cultivo, y es causada por el hongo Pyrenophora tritici-repentis (fase telomorfa o sexual), aunque su fase anamorfa o asexual, Drechslera tritici-repentis, es la que causa daño.

Según informan desde la REM, afecta principalmente las hojas y puede manifestarse desde etapas tempranas hasta el llenado de granos, degradando la superficie fotosintética y reduciendo rendimiento. Además del trigo, este patógeno tiene un amplio rango de hospedantes como cebada, centeno, entre otras gramíneas.

Ante la recurrencia de esta enfermedad la fitopatólga Cristina Palacio, Directora del Laboratorio de Sanidad y Biotecnología Vegetal SIEF, indicó que “es una enfermedad que aparece todos los años en las zonas de producción, especialmente si hay variedades susceptibles”.

Esta situación se puede visualizar en los mapas de enfermedades de REM, donde se evidencia año a año la presencia de mancha amarilla en una gran extensión del área productiva del país.

 

 

“Las condiciones que favorecen su aparición incluyen temperaturas idealmente entre 18 y 28 °C, combinadas con períodos prolongados de humedad foliar (rocío, lluvias o alta humedad relativa), requiriendo unas 30 horas de mojado foliar para una infección efectiva”, detalla la especialista.

La presencia de rastrojos infectados del trigo del año anterior en el lote actúa como la principal fuente de inóculo inicial. Una vez establecida, la dispersión del inóculo secundario se realiza eficientemente a través del viento y el salpicado de la lluvia.

 

Síntomas y diagnóstico

El informe de la REM manifiesta que los síntomas de la mancha amarilla, pueden confundirse con otras enfermedades foliares del trigo, por lo que se requiere un diagnóstico cuidadoso. Los daños comúnmente aparecen como pequeñas manchas lenticulares de color castaño-amarillento o amarillo limón.

“Generalmente comienzan en el tercio inferior de las plantas y luego ascienden a la parte superior.

Con el avance de la enfermedad, las lesiones se expanden, adoptan color pajizo/necrótico y quedan rodeadas por un halo clorótico bien definido. En ocasiones se observa una zona más oscura al centro de la mancha, lo que le da aspecto de ojo característico”, grafica el documento.

Y advierte que esta enfermedad reduce la superficie fotosintética activa del trigo y, en consecuencia, la capacidad de la planta de generar y acumular biomasa en grano. Dependiendo de la variedad del cultivo, la enfermedad puede comenzar desde etapas de macollaje, lo cual puede presentar un problema más adelante si no se controla.

“El mayor riesgo ocurre cuando progresa hacia las hojas superiores (hoja bandera y sub-bandera) en etapas de llenado, ya que estas aportan más del 70% del rendimiento final. Valores de severidad mayores a 30-40% pueden ocasionar pérdidas de rendimiento de hasta 20%”, indicó Palacio.

En escenarios severos, las pérdidas pueden ser significativas y se agravan cuando se combinan con otras manchas foliares en un complejo de enfermedades de hoja.

 

Manejo: semillas, rotaciones y fungicidas

Teniendo en cuenta todas las características detalladas, la especialista enumeró una serie de aspectos a tener en cuenta.

-Semillas de alta sanidad: la primera medida es arrancar con semillas libres de patógenos, ya que cuando ingresan por esta vía son muy difíciles de erradicar. Si se utiliza semilla propia, es fundamental realizar test de patología previo a la siembra para conocer la carga de patógenos.

-Elección de cultivares: optar por variedades con buen comportamiento sanitario frente a la enfermedad.

-Rotación de cultivos: el monocultivo de trigo favorece la permanencia del inóculo en el rastrojo; alternar con otros cultivos reduce la presión de la enfermedad.

-Rotación de cultivares de trigo: medida complementaria que ayuda a diversificar y reducir riesgos.

-Uso de fungicidas: aplicar productos específicos y en el momento adecuado. Para sostener la eficacia, es imprescindible rotar modos de acción, dado que ya se detectaron resistencias a ciertos principios activos.

 

Resistencia

En el informe difundido por la REM, se detalla también lo que la especialista respondió sobre la resistencia a fungicidas.

“La resistencia a fungicidas de sitio específico se origina por mutaciones que alteran la proteína objetivo, permitiendo la supervivencia y multiplicación de individuos resistentes. Bajo la presión del fungicida, estas mutaciones se expanden hasta volverse dominantes, atravesando tres etapas: emergencia, selección y ajuste”, indicó la profesional.

 

 

Y agregó que existen dos tipos de resistencia relacionados con la naturaleza del activo: la cualitativa («todo o nada»), causada por pocas mutaciones que confieren resistencia total (como la mutación G143A en estrobilurinas); y la cuantitativa, más compleja, que involucra múltiples mutaciones y se manifiesta como una pérdida paulatina de la sensibilidad (relacionada con carboxamidas y triazoles).

Específicamente, para la mancha amarilla, el 90% de los aislamientos del patógeno (Drechslera tritici-repentis) posee la mutación G143A, según trabajos publicados en 2021 por Sautua y Carmona (FAUBA). Esta mutación confiere resistencia cruzada total, invalidando el uso de todas las estrobilurinas (aunque se haya probado con azoxistrobina, la mutación no discrimina entre activos del grupo), lo que sugiere que la población se encuentra en una etapa de ajuste donde es necesario cambiar los ingredientes activos.

Respecto a los triazoles, si bien se ha observado una baja en la eficiencia de activos como el ciproconazole y el tebuconazole (pérdida de sensibilidad), aún existen otros triazoles que pueden ser efectivos y contribuir al control. Finalmente, en lo que respecta a las carboxamidas, la población de mancha amarilla mantiene una buena sensibilidad, por lo que estos activos suelen ser muy eficaces para el control de la enfermedad.

Fuente. Agroverdad